No deja de sorprender a los turistas que, en pleno siglo XXI, haya pueblos que no tiene comunicación por carretera y que el único acceso es por un camino, una caleya o un sendero. En Asturias, por ejemplo, el único pueblo que tiene esta característica y que, además, es muy visitando tanto por la belleza del pueblo como por del entorno en que se levanta, es Bulnes, en Cabrales, al que sólo se puede llegar bien realizando a pie en ascenso conocido como “la canal del Texu”, o bien utilizando una vía más rápida que es el uso del funicular que sale desde Poncebos.
Una de las rutas para llegar hasta este precioso lugar de Asturias, a 650 metros de altitud en medio del Macizo Central de los Picos de Europa, es la siguiente si se está circulando por la A-8 en dirección a Llanes, donde tenemos que tomar la salida a Posada. Tras atravesar todo el pueblo por la AS-115, también conocida como la carretera del río Las Cabras, y al llegar a lo alto, en la rotonda, hay que seguir a la izquierda hacia el alto de Ortiguera y Arenas de Cabrales por la AS-114. Al llegar a Arenas, se tiene que girar a la derecha por la AS-264 hasta Poncebos, donde hay que dejar el coche, como ya explico al inicio del texto. Otra forma de llegar es por la N-634 hacia Cangas de Onís y, sin entrar en la villa, circunvalar y continuar por la carretera que lleva Onis y Cabrales. Al llegar a Arenas, se sigue la dirección citada en el párrafo anterior.
El trayecto de subida es de unos 3,5 kilómetros. La ruta se inicia en el puente La Jaya, sobre el río Cares, con sus aguas de un precioso color esmeralda. Pronto el sendero se convierte en una sucesión de vueltas y revueltas para terminar bajando a la orilla del río, donde cuando aprieta el calor, es un gustazo poder refrescarse. Aquí se inicia en si la subida por la canal del Texu. Tras cruzar bajo un pequeño techo de roca a la izquierda, quien se fije bien verá junto al camino unas cruces grabadas. A este sitio se le conoce por Las Cruces y es un homenaje a unos vecinos de Bulnes a los que un alud arrojó al río.
Al fondo, arriba, pronto se ve en la lejanía el precioso pueblín de Bulnes. Cuando llegamos a una encrucijada de caminos, con un puente a nuestra derecha y una cuadra a la izquierda, no lo cruzamos y seguimos adelante, con el río siempre a la derecha. En poco tiempo llegamos a la boca del funicular y a la entrada del barrio de la Villa. Allí, entre otros edificios, llama la atención el cementerio, que antiguamente estuvo techado para poder enterrar a los muertos, dadas las enormes nevadas que había. La casa en ruinas a la derecha es la vieja rectoral. Al lado de la iglesia, y frente a ella, hay un hermoso y gran tilo.
Tras recorrer a fondo Bulnes de abajo, lleno de rincones con encanto y mucha historia, los viajeros cuentan también con bares y restaurantes donde disfrutar de la cocina tradicional asturiana y algunos platos de la zona. Tal es el caso de El Redondín, Casa Rafa, Casa Guillermina y el bar Bulnes..
Quienes se animen y hayan reservado fuerzas para un kilómetro pindio de subida, tiene que descubrir también Bulnes de Arriba, un barrio precioso y donde se disfruta de un mirador increíble de todo el entorno y también de una buena fabada, cabritu y sidra bien escanciada, en el bar Mirador Lallende.